Amigo mío, estamos como en tu Barca de la Muerte. Ninguno nos sirve ya de los treinta y dos vientos; en torno a nosotros el mar feroz, y sobre nuestras cabezas, la roja nube de la tormenta. ¿Qué te importa que te trague el tiburón o que te deshaga el rayo? Viene a ser lo mismo y ninguna cosa mejor te anunciará ningún profeta. Por eso tápate los oídos como yo lo hago y da libertad a tus apetitos más secretos: ese es el último derecho del consagrado a la muerte.
(HEBBEL, Los Nibelungos)
0 Comments:
Post a Comment
<< Home